miércoles, 9 de abril de 2008

Opinión: Tan solo un cuento.

La musiquilla del despertador.
De repente se vio sentado en su asiento en el pabellón, inmerso en ese estado de emoción que lo envolvía cada vez que su equipo entraba en competición. A pesar de no recordar como había llegado hasta ese instante, como si su vida se hubiera cortado en el preciso momento en el que, decidido, se sentaba en su asiento de socio y comenzaba a animar a sus jugadores con la intensidad que su garganta le permitía. Esta noche, esa intensidad estaba como multiplicada de manera proporcional y extraña, a su estado de ánimo, a sus ganas de conseguir esa victoria que con fuerza catapultaría, otra vez al equipo de baloncesto de su ciudad, el de siempre, en el puesto que nunca debió haber perdido: compitiendo.
La sensaciones en las que se había ido moviendo en los últimos meses, iban desde el desasosiego, la emoción, la ilusión y los nervios propios de la espera hasta el siguiente resultado. Todo ello lo aderezaba con ese gratificante sabor de boca que te queda al saborear las tópicas mieles del triunfo, de la victoria que te llevaba a vivir un momento como el que ahora mismo estaba viviendo.
Intentando averiguar en que fecha estaba, en que partido se encontraba, en que momento justo de toda la antigua competición se estaba moviendo, la nebulosa de un pabellón a rebosar, sin ni siquiera una butaca libre, daba la intuición de que aquel partido era importante, mas aún, importantísimo. Así que empujado por el entusiasmo y los dos puntos arriba que emitía el luminoso que colgando del techo a modo de espada de Damocles, con un par de puntos mas en el casillero de los locales, sin pensarlo mas, redobló su esfuerzo y brazos en alto gritó con mas fuerza. Todo el pabellón estaba en pie, todos gritando al unísono mientras abajo, a modo de arena de coliseo los jugadores se movían con la precisa rapidez que el momento otorgaba, con esa eficiencia que marca la pelota y la estrategia de la jugada. Ahora su equipo defendía con la misma mirada de concentración en todos los jugadores, mientras los contrarios buscaban el mejor momento en que atacar aquella defensa apoyada por mas de cuatro mil gargantas.
A su lado, alguien que permanecía raramente sentado, anotando en una hoja de papel algo que no lograba a leer, con la cabeza inclinada, atrapaba con ayuda de su hombro un teléfono móvil, por el que a voces hablaba o intentaba hacerlo.
Se centró por unos segundos en lo que decía , como si la curiosidad ganase la partida a la emoción del momento. Lo que logro captar, solo unas palabras breves, lo paralizo por unos instantes: “ Yo creo que como sigamos así el ascenso en nuestro”.
De repente todo comenzó a tener un grado mas de sentido, todo fluyo en su pensamiento con la coherencia de los pequeños detalles unidos y enlazados. Su equipo se estaba jugando el ascenso. Volvió a mirar a la cancha en el justo momento en que su jugador número cinco cortaba el pase sobre el alero contrario e iniciaba la carrera hacia la canasta contraria. Tan solo dos segundos mas tarde, el ambiente volvió a estallar desbordando la alegría en modo de gritos ininteligibles. Otra canasta mas...

De repente un ruido conocido. Una vez, otra, una siguiente. Maldita sea. La maldita musiquilla le era conocida. Era el despertador que todas las noches activaba en su móvil. Saliendo de entre la penumbra que antecede a la realidad, reconoció el hecho de que todo había sido un sueño. Su pecho, con el trepidante galopar de su corazón ratificaron dicha conclusión.

No podía ser de otra manera, en aquellos días; la ilusión había vuelto a las caras de todos los aficionados al baloncesto en la ciudad. Ahora se hablaba incluso de poseer cada uno su propia bufanda con la que poder animar a su equipo que, después de atravesar una racha que le hizo temblar con un miedo sordo; había remontado el vuelo de una manera casi espectacular, hasta el punto de salir de los puestos traseros de la clasificación, y ganarse con unas meritorias victorias, un puesto que le daba opciones a las eliminatorias de ascenso. En toda la prensa se hablaba de la liguilla de ascenso que incluso se jugaría en la ciudad. ¿ Se trataría de una premención?
No quedaba mas. Tiró con fuerza de las mantas y rascándose la barbilla se tomo el camino del cuarto de baño. Otra jornada empezaba.
Enlace:
Euroliga. El Tau se la juega. Mañana el AXa Barcelona.:

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy chulo lo que has escrito, me ha gustado mucho la verdad, es diferente, entretenido y es como en las pelis de intriga y en los buenos libros estas deseando llegar al final para ver que pasa.

Mer

Anónimo dijo...

Tiene razón Mer es entretenido y te hace leerlo con interés hasta el final. A ver si lo vivimos así de esa manera.

Anónimo dijo...

Amor por el Cáceres y por sus colores, eso es lo que hace escribir estas cosas.