AL FILO DE LA CANASTA.

La fragua del Sr. Hurtado.

Cuando un herrero quiere probar la rigidez del acero, forjado a golpe de martillo y yunque, lo primero que hace es blandir el arma y sin ser este un guerrero, con ese gesto apela a la sabiduría del maestro, dotando a su creación de sincero acierto, o por el contrario, le puede embargar la desazón de, el tiempo perdido en destemplado metal, que seguramente ni para herraduras valga.

Por eso, en la fragua del maestro Hurtado, se forjan los aceros, que a buen seguro, chocaran en dura batalla, en esta segunda parte de la lucha. El torneo de esta Leb oro, ha rodado lo suficiente como para vislumbrar donde puede encontrarse cada cual, pero todavía queda encarnizada batalla para los contrincantes. El acontecer de cada choque irá poniendo en su sitio a los más aguerridos luchadores, cubriéndoles de gloria, mientras otros, sucumbirán entre tinieblas en lo más hondo de la tabla.

Entiendo, o eso me parece a mí, que nuestro querido Cáceres, ha asimilado la sabia lección que la primera parte ha inculcado a base de coscorrones.

En este apasionante deporte, es fundamental hacer piña, un equipo unido es muy difícil de vencer, de lo cual, seguro que se ha tomado buena nota. Tenemos grandes guerreros, en la cancha y fuera de ella, dispuestos a defender los colores de la zona amurallada en su defensa y por supuesto, perfectamente preparados para atacar la canasta contraria con éxito en cada envite, todos ellos templados por un herrero que sin duda alguna, cada vez se encuentra más seguro de sí mismo en cada golpe de yunque, dispuesto a forjar lo mejor de cada acero, desechando el destemplado.

Caballeros, desenvainen sus armas, el torneo, está a punto de continuar, para hacerlo más vistoso, todos los estandartes cuelguen del pabellón, tambores, bufandas, trompetas y potentes gargantas animen en acompasado clamor, suene el Redoble en cada partido, señal inequívoca de victoria y por favor, disfruten el baloncesto en toda su inmensidad.

Guardián de la Torre.