SOLO UNA POSESIÓN.

HUMILLACIONES.

Domingo de humillación. Por la mañana Axarquia pasó por lo alto de nuestro Cáceres y en la tarde noche, el Barcelona se llevó la copa de un abucheado Rey, hundiendo en la penumbra de la paliza al Real Madrid.

El baloncesto se hace de momentos. De esos espacios que escasos visionarios detectan, pero que sirven para organizar la victoria de un lado u otro.

En el partido de la mañana, emitido en directo por la tv andaluza, ofreció muchos de esos momentos en los que uno sabe que ganar solo puede estar en un extremo de la cuerda estirada por ambos equipos, justo el que aprovecha los momentos.

Los jugadores llegados de visita, nunca expresaron la idea de estar dentro del partido. Habitando un espacio que no dejó ver mas que errores que facilitasen muchos tiros sencillos al contrario y mucha ventaja a modo de regalo defensivo. Si una vez intentado cortar ese asunto, no lo consigues en varios cortes, ese momento decanta el discurrir del encuentro. O sea, justo lo que sucediera. Bueno, eso, y un conglomerado de calamidades que hizo, de este cruce con los de Axarquia, el partido mas horrendo de las ultimas semanas. En la primera vuelta fuera lo mismo ante los malagueños, casualidades que tiene la vida.

Por la tarde, el Barcelona, apretó su defensa aportando, en el momento de mas riña en la final de la Copa del Rey, para fraguar una ventaja que mermó el juego que el R. Madrid opuso. No pudo con la demasía catalana.Acotó el Barcelona ese momento y siempre posee ritmo anotador, por lo tanto, resuelto el entuerto, de ahí partiera la distancia de grosera somanta, en que se convirtiera el desenlace de la Final. Segunda humillación.

Hubo otra, pero de esa no escribo porque se enmarca en lo político y social para con los símbolos de la nación. Eso no es deporte y como tal se trata en otros sitios.

La primera, me causó un efecto raro, porque negarlo. Uno se infla de buenas sensaciones y origina esperanzas que cuando ejecuta realidades como la de Axarquia, pues como, que generan desengaños. O al menos desconciertos.

En ese estado me quedo.

ROMUALDO.