EL CORAZÓN DE LO IMPOSIBLE.

CÁCERES, PESE A SU TESÓN, CAE, ANTE UN FUERTE MELILLA.

69-84.

Cáceres 2016, 69 : Brown 14, Cage 0, Angulo 9, Moss 4, Sanguino 15- Bellas 3, Guaita 16, Ruikis 8.

Melilla, 84: Ciorciari 13, Ruiz 2, Ciao 6, Cuimbert 13, Fergueson 10- Huertas 8, Southal 3 Walenkowki 14, Lazaro 5, De Las Cuevas 10.

Parciales por cuartos: 16-17, 15-19, 16-24 y 22-24.
Marcador a cada cuarto: 16-17, 31-36, 47-60 – 69-84.

Árbitros: Tortella Muns y Lopez Herrada.

J. Antonio Bola González.

Cáceres............................

Es complicada la realidad, suele otorgar sin sabores y desconciertos cuando menos te lo esperas. Suele marcar designios y dejar huellas, pero cierto es que nunca queda teñida por otra cosa que no sea lo certero. El Cáceres 2016 aprende este año de ello.
Llega donde puede y eso a cada partido, contra rivales de tamaño amplio, es demasiado.
El conjunto de Piti Hurtado, merma a cada asalto de esta temporada. Las lesiones, que han vivido con el equipo desde que naciera para la Oro, enredan un futuro que por noches como la de hoy, toman lo oscuro, como color preferente.

Sin pensar ya en Panadero y Simien, la baja de Poves irrecuperable para la partida, tras su lesión en el último entrenamiento de ayer, y ver a Moss cojo desde el salto inicial, poca esperanza da, para mirar a los ojos de un Melilla que ofrece valores en alza y aspiraciones de grandeza.

Y no es por esfuerzo, ni por intentos, que el Cáceres lo hizo durante todo el trayecto de un partido que tenía como esperanza, la locura para enredar en el marcador al tercero de la tabla de una manera que la baza, para sorprender, fuera esa misma demencia de un choque que ofrecía enteros especiales en la victoria.
Las circunstancias mandan y este Cáceres posee demasiadas. Quizás en exceso.
Cierto es que, como sucediera ante Alicante, el primer tiempo lo disputara, con mas corazón que cabeza, pero a partir de que la aguja de la reserva toca rojo, la cosa toma otro cariz.
No hay más.
Si para colmo de males, los que juzgan rozan la espesura del desastre, apagar e irse es todo uno. Aquí lo hicieron al pitar una falta con bocina terminada de tercer cuarto, lo que hiciera que Piti, tras protestar viera dos técnicas que lo lanzasen lejos del banco, para sentenciar un partido que por momentos se pusiera patas arriba.
Por entones corría en minuto 30 y el marcador tras el dime y direte de un público en pleno aullido, marcó desacuerdo de antojo determinante.
De ahí al bocinazo final, solo mas coraje del que ya se hubiera derrochado.

Viviera el Cáceres el comienzo del partido, jugando al lanzamiento único. Las segundas oportunidades, fueron capitalizadas por el Melilla, un conjunto con uno de los mejores bases de la liga y un juego de bombilla que asusta solo de verlo. Así y todo, tan solo un rebote de diferencia rebaten los números, dato que dice casi todo del pundonor cacereño.
Con la cojera de Moss en estado de ascensión, el primer cuarto alegaba igualdad, amparaba lucha y los guarismos se mecían con triple de Sanguino y desesperanza de Cage. En 16-17 escaso y torpe, hubo tregua en la batalla común.
Servida la guerra, el mismo empuje ante una defensa brava por los melillenses, arrastraba en identidad el marcador cacereño. Las anotaciones cortas de los de Piti, se movían en la poca armada que poseyera esta noche. Con tan poco peso anotador, vivir al límite con equipos como el del norte de Africa, posee un riesgo que tarde o temprano pagas. Lo hizo el 2016 en el segundo segmento del partido, 31-36.

De ahí al vestuario y la incógnita de la vuelta encima. Dilema que ofreciera lectura rápida, porque, Melilla apretó los machos en el vestuario para cazar el partido desde el saque del tercer cuarto. Ya no soltaría el poder en el luminoso. No lo hizo porque poseyera más fondo y mas equipo. Por eso y porque el esfuerzo de un Cáceres al mínimo, se corrompió con la falta de final de cuarto y las técnicas a Piti. Si a 2.37 para el conclusivo del cuarto, los de Hurtado miraban a tan solo tres a Melilla, 46-49, el resultado del parcial lo dice todo, 47-60.

Con esas y todo, no paró el Cáceres que a falta de enteros encuentra un público de oro. Mirando como se arrastrara Moss hasta la silla, el aficionado cacereño, reviviera el escandaloso arbitraje de la noche contra Lucentum para encontrar gemelos en la pareja de esta noche.
Eso y que Melilla supo aprovechar el descalabro de partido, porque la distancia se agrandó justo cuando más heroicidad precisaba el partido.
Se trata, de esa realidad que marca el destino. No existe otra. La de esta noche queda reflejada al mirar el banquillo cacereño, en una noche como esta, en la que oferta pena y delata desdicha.